octubre 14, 2024

«La muerte de cerca», el peligro de reportar la guerra entre Israel-Hamás

Mourners attend the funeral of Palestinian journalist Mohammed Abu Hattab, who was killed in an Israeli strike, in Khan Younis in the southern Gaza Strip, November 3, 2023. REUTERS/Mohammed Salem

La guerra entre Israel y Hamás ha probado ser una de las más letales en la historia reciente de Oriente Medio. Entre las más de 35.000 víctimas mortales, casi un centenar son periodistas y trabajadores de medios que han muerto reportando el conflicto.


Ni años de experiencia, ni el entrenamiento más estricto pueden preparar completamente a un reportero para cubrir una guerra.

«Lo que más me ha impactado ha sido la muerte, el ver la muerte muy de cerca», confesó a nuestro medio asociado la Voz de América la española Sara Gómez Armas, de 37 años, sobre su experiencia reportando un conflicto como el de Israel y Hamás, uno de los más mortíferos de las últimas décadas.

A pesar de su juventud, a Gómez Armas le ha tocado cubrir varios conflictos y viajar a regiones en guerra – Ucrania en 2022 – durante coberturas para la Agencia Española de Noticias EFE. Su labor como corresponsal jefa en Jerusalén y los Territorios Palestinos la sitúa al centro de la noticia, cuando el mundo mira a Oriente Medio con incertidumbre.

Sin embargo, el fogueo periodístico no logra aislar lo humano.

«Las imágenes que recibíamos todos los días desde Gaza, de bombardeos, de niños muertos saliendo de los escombros, de cuerpos destrozados. Ese contacto directo con la muerte, día a día, es lo más duro que nos ha tocado vivir en estos meses», asegura desde su oficina en Jerusalén, al tiempo que reconoce que los «periodistas palestinos han llevado la peor parte».

El periodo «más letal» para periodistas en décadas

La guerra entre el gobierno israelí y el grupo extremista estremeció a Oriente Medio y al mundo, que despertó con las noticias de ataques de Hamás a asentamiento judíos el pasado 7 de octubre, seguido de una respuesta de guerra sin cuartel por parte de Israel. A esto siguió la devastación de Gaza, el asediado enclave controlado por los militantes palestinos y hogar de unas 2,3 millones de personas.

A más de seis meses, el recuento oficial supera los 35.000 muertos, la inmensa mayoría mujeres y niños en Gaza – junto a unos 1.200 israelíes-, cifras que incluyen al menos 97 periodistas y trabajadores de medios, según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ en inglés), que califica a este periodo como «el más letal» para informadores desde el inicio de sus registros en 1992.

Según el CPJ, que investiga y confirma todos los reportes antes de actualizar sus cifras, entre los periodistas fallecidos hasta el 29 de abril de 2024 se incluyen 92 palestinos, dos israelíes y tres libaneses. Además, se reportan 16 comunicadores heridos, otros cuatro desaparecidos y 25 reporteros tras las rejas.

«Desde que comenzó la guerra entre Israel y Gaza, los periodistas han estado pagando el precio más alto – sus vidas- para defender nuestro derecho a la verdad. Cada vez que un periodista muere o resulta herido, perdemos un fragmento de esa verdad”, afirmó el director de programa del CPJ, Carlos Martínez de la Serna.

Martínez de la Serna insistió en que los reporteros son civiles «protegidos por el derecho internacional humanitario en tiempos de conflicto». Sin embargo, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijeron a Reuters y a la Agencia France Press en octubre que no podían garantizar la seguridad de periodistas que operaban en la Franja de Gaza, los más amenazados.

El gobierno israelí ha negado que tenga a periodistas como blancos premeditados y asegura que sus ataques son contra militantes de Hamás.

«Es duro saber que hay muchos periodistas que han muerto, casi 100 periodistas en este contexto de la guerra, periodistas palestinos que están dentro de Gaza y que son los que realmente están informando de lo que ocurre, los que están viendo lo que pasa, porque los que estamos fuera (de la Franja), recibimos comunicados de un lado, del otro, pero ellos son los que están ahí», explicó Gómez Armas.

Para la corresponsal, que opera desde la oficina de la agencia en el corazón de Jerusalén, – Israel ha prohibido la entrada de la prensa a Gaza desde el inicio de la guerra- la labor de los reporteros en el terreno es fundamental para determinar «qué grado de verdad hay en cada versión» de la información contradictoria que llega desde el gobierno israelí y Hamás.

«Son ellos los que están ahí, son ellos los que al final han demostrado con fotos, con testimonios, con imágenes, la realidad de la guerra en Garza, que está siendo muy dura, la más letal en la historia del conflicto y en muchos años de guerras en Oriente Medio. Y son ellos los que están haciendo un trabajo fundamental en condiciones muy difíciles, sin luz, sin combustible para alimentar las plantas eléctricas o con los precios disparados, con dificultades igual para conseguir comida día a día y con limitaciones para enviar su material», remarcó.

Enviar información desde Gaza cada vez es más difícil, asegura la periodista, que narra las dificultades para comunicarse con el colaborador de la agencia dentro del enclave, devastado y sumido en una de las crisis humanitarias más graves de su historia.

«Ahora mismo lo único que está funcionando es WhatsApp. Eso también hace su trabajo importante y cada vez más difícil, no solamente por el hecho de estar, literalmente bajo las bombas, sino también por son quienes cuentan la verdadera realidad. (…) Entonces, hay que seguir defendiendo el trabajo de esos compañeros, porque es fundamental», insistió Gómez Armas.

Muchos periodistas palestinos también han perdido a sus familias. Aún así, continúan haciendo su trabajo.

Acoso e intimidación

«Los periodistas en Gaza enfrentan un riesgo exponencial (…) Pero sus colegas en Cisjordania e Israel también enfrentan amenazas, ataques e intimidaciones sin precedentes para obstruir su trabajo vital cubriendo este conflicto”, dijo Sherif Mansour, coordinador de programa del CPJ para Medio Oriente y Norte de África.

Medios como la BBCAl-Jazeera y Al-Araby TV han denunciado incidentes de obstrucción y acoso por parte de la policía, el ejército e incluso ciudadanos civiles israelíes.

El 10 de abril, la corresponsal de Televisión Española Almudena Ariza sufrió acoso de dos israelíes que obstaculizaron una transmisión en directo que la experimentada reportera realizaba en las calles de Jerusalén. En un video publicado por la televisora puede verse como los hombres bloquean la cámara e increpan a Ariza, que explica serenamente que solo está realizando su trabajo.

«No quieren que estemos aquí y no quieren que hablemos de Gaza. Cuando escuchan la palabra ‘Gaza’ vienen e intentan acosarnos. La pregunta que siempre nos hacen es: ‘¿Estáis con nosotros o contra nosotros?'», dijo luego la corresponsal cuando retomó contacto con su medio.

Según la reconocida corresponsal internacional, «es muy difícil trabajar» en Israel donde este tipo de incidentes se dan «a diario», afirmó. «No eran policías ni personal de seguridad, son simples ciudadanos que pasan por la calle. Nos insultan, nos llaman mentirosos y nos dicen que nos vayamos del país».

Aunque advierte que ni ella ni sus compañeros han sufrido este tipo de acoso porque su trabajo es casi siempre alejados de cámaras, Sara Gómez Armas reconoce que momentos como este son «fruto de un momento de polarización y de crispación muy fuerte que se está viviendo en Israel, por supuesto, en el contexto de la guerra».

El reto de informar con balance

Además de la muy real amenaza contra la vida, otro «principal reto de informar ahora mismo sobre Israel y Palestine, sin duda, es la guerra de narrativas y la propaganda que viene de los dos lados. Es difícil ahora mismo para corresponsales en Jerusalén, decantar los hechos. Sobre todo ahora, en el contexto de la guerra, se ha hecho todavía más complicado, porque el grueso de la información viene de Gaza, sucede en Gaza, ocurre en Gaza y no tenemos acceso», destacó la corresponsal de la Agencia EFE.

La periodista explica que no es el flujo de información, porque sí tienen acceso a comunicados y cifras de ambos lados, e incluso libertad de movimiento en territorio israelí, lo difícil es ir más allá de las posiciones oficiales, en muchas ocasiones lo más necesario.