
El actor, director y productor Robert Redford falleció este martes a los 89 años mientras dormía, según confirmó un comunicado de su representante Cindi Berger, citado por The New York Times. No se informó la causa exacta de su deceso.
De inmediato, el mundo del cine y la política expresó sus condolencias. El presidente estadounidense Donald Trump lo definió como un artista irrepetible: “Robert Redford tuvo una sucesión de años en los que no había nadie mejor”. Por su parte, la actriz Meryl Streep, compañera de reparto en Memorias de África, escribió: “Uno de los leones ha fallecido (…) descansa en paz, mi querido amigo”.
Una carrera marcada por la elegancia y la independencia
Robert Redford, nacido en Santa Mónica en 1936, encarnó como pocos el arquetipo del galán estadounidense: rubio, carismático y dueño de una presencia que seducía tanto en la pantalla como fuera de ella. Pero su figura trascendió la imagen glamorosa. En más de cinco décadas de carrera trabajó en más de 50 películas y dejó huella como actor, director y mentor de una generación de cineastas independientes.
Entre sus interpretaciones más recordadas están Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), El golpe (1973), Los tres días del cóndor (1975) y Todos los hombres del presidente (1976), filmes que consolidaron su imagen de héroe íntegro, romántico o astuto, según lo exigiera la trama. Con Memorias de África (1985), junto a Meryl Streep, se convirtió en un icono internacional del cine romántico.
En 1980 debutó como director con Ordinary People (Gente corriente), que le valió el Óscar a mejor dirección y mejor película. Años más tarde recibiría también un Óscar honorífico por su trayectoria.
Sundance: el refugio de un independiente
Más allá de la actuación, Redford fue el gran promotor del cine independiente en Estados Unidos. Desde Utah, donde estableció su residencia, fundó en 1981 el Festival de Cine de Sundance, que con el tiempo se convirtió en el epicentro mundial del cine alternativo. Allí debutaron directores como Quentin Tarantino y Steven Soderbergh, y películas como Reservoir Dogs o El proyecto de la Bruja Blair.
Ese mismo retiro en las montañas de Utah fue también su refugio personal. “No quería la fama. Me cayó encima y me vi obligado a aceptarla. Algunos hacen terapia, yo tengo a Utah”, confesó en 2013 a la revista Télérama.
Un hombre comprometido
Demócrata convencido, Redford fue activista ambiental y defensor de los pueblos originarios de Estados Unidos. Su compromiso político y social lo mantuvo a menudo a distancia del brillo de Hollywood, en una búsqueda constante de autenticidad.
En su vida personal enfrentó tragedias: la muerte temprana de su madre, cuando él apenas tenía 18 años, y la pérdida de su hijo mayor en 2020. Con su primera esposa, Lola Van Wagenen, con quien compartió 27 años, construyó una comunidad ecológica en Utah, con una granja, un criadero de caballos y un centro cultural que simbolizaba su visión de un mundo más sostenible.
El adiós a un ícono
Sus últimos papeles en el cine incluyeron su aparición en Capitán América: Soldado de Invierno (2014) y la intimista The Old Man & the Gun (2018), que anunció como su despedida de la actuación.
Hoy, Hollywood pierde no solo a uno de sus actores más reconocibles, sino también a un símbolo de independencia creativa y compromiso cultural. “Fue un hombre hermoso en todos los sentidos y creía en un Estados Unidos por el que debemos seguir luchando”, escribió Jane Fonda al despedirlo.
La historia de Robert Redford es también la de un hombre que se negó a ser prisionero de su propio mito. Actor magnético, director sensible, activista comprometido y fundador de un festival que abrió camino a generaciones de cineastas, supo construir un legado que va más allá de la pantalla.
En las montañas de Utah, lejos del bullicio de Hollywood, Redford levantó un refugio que reflejaba su forma de entender la vida: discreta, natural y auténtica. Allí, donde alguna vez dijo sentirse realmente en paz, se apagó la luz de un hombre que será recordado como uno de los últimos grandes leones de Hollywood.
