Mientras el Gobierno de Javier Milei celebra una baja en la pobreza y el control de la inflación, miles de argentinos siguen sufriendo el impacto del ajuste. ¿Cuánto de lo que se menciona en la Casa Rosada se refleja realmente en la vida cotidiana? Testimonios de ciudadanos y el análisis de expertos.

Desde el Gobierno de Javier Milei aseguran que la economía argentina comienza a mostrar señales de recuperación. Sin embargo, diversas voces —desde economistas hasta ciudadanos de a pie— expresan cautela frente a los indicadores macroeconómicos que celebra la Casa Rosada, advirtiendo que los datos positivos aún no se traducen en mejoras concretas en la vida cotidiana.
Días atrás, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), organismo técnico dependiente del Ministerio de Economía, informó que la pobreza en el segundo semestre de 2024 alcanzó el 38,1%, luego de un primer semestre con un 52,9%.
El presidente Milei celebró la noticia y aseguró que su gestión había sacado de la pobreza a más de diez millones de personas.
Esta baja se explica en gran parte por la caída de la inflación, que pasó del 211,4% anual en 2023 al 117,8% el año pasado, un dato que la administración libertaria destaca como uno de sus principales logros.
No obstante, la difusión de estos datos avivó un debate: ¿qué tan reales son los indicadores económicos para retratar la situación social del país? ¿Reflejan lo que vive la gente en las calles, o son solo parte de un relato oficial?
El impacto del ajuste, entre dificultades y esperanza
Lorenzo, odontólogo brasileño con más de quince años de experiencia en Buenos Aires, admite a France 24 que su actividad atraviesa uno de sus momentos más difíciles: “Desde que asumió Milei, tengo un 50% menos de pacientes. La gente dejó de venir a controles y solo consulta cuando ya no aguanta el dolor. Y encima, mis gastos aumentaron un 50%. Todo está más caro: los materiales, el mantenimiento del consultorio, hasta los descartables”.
Una parte importante de su clientela eran extranjeros que vivían o estudiaban en Argentina, pero eso también cambió: “Antes atendía muchísimos pacientes de afuera, sobre todo estudiantes. Ahora muchos se están yendo porque se les hizo carísimo vivir acá, y tampoco está llegando tanta gente nueva como antes. Se siente”.
Para sostener el ritmo de trabajo, implementó promociones y descuentos. “Estoy haciendo lo imposible para mantener el flujo de pacientes, aunque sea con márgenes más pequeños. Hay que adaptarse”, dice. Aun así, no pierde la esperanza: “Yo creo que si logran estabilizar la economía, a largo plazo vamos a estar mejor. Hoy estamos pagando un costo muy alto, pero tengo fe en que en unos meses se empiece a mover otra vez. Hay que aguantar”.
En las familias con hijos, el ajuste se siente todavía más. Carolina y Martín, ambos empleados en relación de dependencia y padres de dos niños en edad escolar, aseguran que llegar a fin de mes se volvió una carrera de resistencia: “Si no trabajáramos los dos, sería imposible. Hoy no alcanza con un solo sueldo, y aun así vivimos ajustados todo el tiempo”.
Uno de los principales gastos que enfrentan es la educación, que en marzo se disparó un 21,6% con el inicio del ciclo lectivo. “Entre la cuota, los útiles, el transporte y las actividades, se nos va una parte enorme del ingreso”, explican. A eso se suma la cobertura médica: “Casi la mitad de mi sueldo se destina a eso”, agrega Martín.
Frente a este panorama, ¿cómo se explica entonces el fuerte respaldo que el Gobierno sigue recibiendo de parte de la población?
Inflación: el eje del relato oficial
Para Marcos Falcone, politólogo, investigador en la Fundación Libertad y profesor asociado de la Universidad del CEMA, la popularidad que aún ostenta Milei, pese al fuerte ajuste implementado desde su llegada a la Presidencia, se explica principalmente por la baja de la inflación.
“La inflación se convirtió, por lejos, en el problema número uno. Ninguna administración en los últimos 20 años pudo contenerla. Se volvió cada vez más nociva para la sociedad. Entonces, si el Gobierno logra controlarla y la gente puede estar un poco más tranquila en su vida cotidiana, si no tiene que salir corriendo a gastar lo que tiene porque pierde valor, si —más o menos— puede saber qué precio va a encontrar en el supermercado mañana y puede planificar algo de su vida… yo creo que eso explica la popularidad del Gobierno”.
En relación a si el argentino común y corriente percibe una mejora en la economía, el investigador sostiene que todo depende de la perspectiva desde la que se observe.
“Si uno es trabajador del Estado y ve cómo su sueldo se queda atrás frente a los del sector privado o incluso los informales, probablemente no perciba una reactivación”, señala.
No obstante, recuerda que el presidente ya había anticipado que el proceso sería doloroso: “Milei lo dijo el día que asumió: iba a haber sacrificios, que la situación heredada era un desastre y que las mejoras no serían inmediatas. En ese contexto, es lógico que haya gente que aún no sienta la reactivación”.
En la misma línea, el economista Gastón Jamui, fundador de Ganadería Sustentable, destaca que uno de los principales méritos del Gobierno fue evitar una hiperinflación y generar “un microclima de estabilidad” que, gracias a una inflación más controlada, mantuvo las expectativas optimistas de cara al futuro.
“Hasta principios de 2025, el plan económico se sostuvo. Creo que las medidas que tomaron ayudaron a crear esa sensación de orden”
Sin embargo, advierte que algunas decisiones recientes comenzaron a generar distorsiones. “Se dio un boom del turismo: en una Argentina quebrada que necesita cuidar los dólares, se fueron alrededor de 1.200 millones en viajes al exterior. A su vez, la venta de dólares durante el último mes para controlar el tipo de cambio y el acuerdo con el FMI, fueron señales claras de atraso cambiario. En lugar de hacer una devaluación progresiva en diciembre, acompañando la inflación, optaron por liberar el cepo cambiario y permitir una devaluación brusca del 30% en un solo día”.
Para Jamui, ese giro va a tener impacto en los precios y en el bolsillo: “El consumo ya venía cayendo porque los salarios no acompañaban la suba de precios. Esta devaluación va a repercutir en la inflación, pero ya no hay margen para seguir aumentando los precios. El comerciante va a perder, o la gente va a tener que validar esos nuevos valores”.
Por su parte, la economista Laura Testa, integrante del grupo ‘Paridad en la Macro’, reconoce que la desaceleración de la inflación es un dato positivo, pero plantea varias advertencias sobre la interpretación oficial.
“El Gobierno tiene un ‘logro entre comillas’, que es haber bajado los índices altos de inflación con los que recibió la economía. Pero la inflación afecta sobre todo a los sectores más pobres, que en su mayoría no están registrados y no tienen mecanismos de compensación salarial. Son personas que viven el día a día y destinan gran parte de sus ingresos a alimentos, que muchas veces aumentan por encima del promedio general”.
Desde esa perspectiva, Testa considera esperable que una caída de la inflación se traduzca en una baja de la pobreza, aunque advierte que los datos deben analizarse con cuidado. “El Gobierno compara dos semestres distintos, lo cual no es del todo riguroso desde el punto de vista técnico. Hay cuestiones estacionales que inciden en el empleo informal —como sucede con la construcción o la gastronomía— y eso puede alterar los números”.
Además, cuestiona la forma en que se mide actualmente la pobreza en la Argentina. “La canasta básica no incluye gastos esenciales como el alquiler. Y en un país donde cerca de ocho millones de personas alquilan, eso es un punto ciego enorme. Podés tener una familia que gana un millón de pesos y está apenas por encima de la línea de pobreza, pero si paga 300 o 400 mil en alquiler, en los hechos no puede cubrir la canasta. El Gobierno lo sabe, pero elige mirar para otro lado”, concluyó.
Narrativa y percepción: el otro sostén del Gobierno
Más allá de las cifras económicas, parte del sostén del oficialismo también se explica desde lo simbólico. Para Gonzalo Sarasqueta, director del Máster en Comunicación Política y Empresarial de la Universidad Camilo José Cela, el Gobierno ha sabido construir un relato potente que le permite mantener el control del debate público y conservar niveles altos de respaldo, incluso en un contexto de crisis.
“Milei tiene un respaldo de casi la mitad de la población. Y la clave de su narrativa fue tener el control absoluto de la agenda”, dice Sarasqueta.-
De acuerdo al analista, esa estrategia le permitió al oficialismo instalar los temas que le interesaban, entre ellos, la inflación. “Para el argentino promedio, la inflación era como una enfermedad terminal. Y de golpe aparece un médico que dice que se puede curar. Entonces, cuando empezaron a verse algunos síntomas de mejoría, la sociedad incorporó rápidamente esa esperanza, esa sensación de que algo se puede cambiar”.
Sin embargo, esta narrativa, tan cuidadosamente construida, depende de la dinámica de la inflación en los próximos meses.
Sarasqueta advierte que, aunque el Gobierno haya logrado reducir la inflación y se haya beneficiado de esa mejora, la estabilidad de este relato está atada a cómo evolucionan los precios hasta las elecciones legislativas de octubre. “Este año, el Gobierno sabía que, electoralmente, iba a ‘cobrar’ la baja de la inflación. Es decir, iba a obtener un premio por haber logrado reducir algo que parecía crónico. Esto le permitió generar una sensación de éxito”, explica.
Aún así, ese beneficio podría desmoronarse si los números empiezan a subir nuevamente. “Si la inflación vuelve a acelerarse, aunque siga siendo más baja que en la gestión anterior, la percepción de que el Gobierno está controlando la situación podría derrumbarse. La narrativa de que están ‘desactivando’ la inflación podría perder fuerza rápidamente”, observa.
Y concluye: “Todo depende de cómo se comporten los números de aquí hasta las urnas. Si la inflación sube, por más que los números sigan siendo comparativamente mejores que los de Alberto Fernández, la gente empezará a cuestionar el relato de que el Gobierno ha vencido el problema económico”.
A seis meses de las elecciones legislativas, la evolución de la inflación y su impacto en el día a día seguirán siendo ejes centrales del debate. Mientras los indicadores muestran una mejora, el desafío del Gobierno será que esos números empiecen a sentirse también en la vida cotidiana.