La semana pasada, la política conservadora canadiense Lianne Rood decidió adoptar públicamente una postura contra la prohibición de productos plásticos contaminantes.
En un video grabado frente a un restaurante de comida rápida Tim Hortons en el centro de Ottawa, la diputada conservadora elegida en la circunscripción de Lambton-Kent-Middlesex en Ontario anunció que no comprará más su café de la icónica cadena a menos que esa empresa deje de utilizar tapas de papel.
Se acabó con Tim Hortons hasta que dejen de intentar imponer esas tapas
wokede papel que se disuelven en la boca
, escribió en una publicación en las redes sociales.
Las tapas no plásticas hacen parte de un ensayo de producto realizado por la empresa en Ottawa y en la Isla del Príncipe Eduardo.
El uso que hace Rood de la palabra woke
, o despertar
es una prueba más de que esta palabra, que en su significado original significaba estar atento a los actos de racismo y discriminación, se ha reducido a un término general que los conservadores utilizan para nombrar las cosas que no les gustan. Pero ese uso también revela el aparente deseo de los conservadores federales de transformar el tema de la contaminación plástica en una batalla de guerra cultural.
No se trata de la ciencia
, dijo el mes pasado el diputado conservador Corey Tochor en la Cámara de los Comunes. Se trata de que el gobierno controle nuestras vidas
.
Tochor se refería al proyecto de ley C-380, su propia iniciativa con la cual buscaba revertir la decisión del gobierno liberal de incluir los artículos de plástico manufacturados en la lista de sustancias tóxicas bajo los términos de la Ley de Protección Ambiental de Canadá.
Esa inclusión fue parte de un esfuerzo más amplio del gobierno federal para prohibir una serie de productos plásticos de un solo uso, una medida tomada en respuesta a la creciente preocupación por las consecuencias negativas de la contaminación plástica global.
Esa lista fue impugnada por grandes empresas productoras de plástico. Un juez de la Corte Federal dictaminó el otoño pasado que era demasiado amplia. El gobierno federal está apelando esa decisión.
La principal preocupación de Torchor es su insatisfacción con la pajita de papel, que describió como remojada, fláccida y completamente inútil
.
Cinco días después de que se debatió el proyecto de ley presentado por Tochor en la Cámara de los Comunes, el parlamentario conservador Branden Leslie publicó un vídeo de ocho minutos que promocionaba el proyecto de ley de Tochor.
Las quejas de Leslie incluyen las bolsas reutilizables, que, según dice él, siempre olvida llevar consigo cuando va de compras, y los cubiertos que no son de plástico.
Resulta que esas asquerosas pajitas de papel que literalmente te metieron en la garganta están relacionadas con el cáncer y un montón de otras enfermedades
, escribió Leslie. Cabe señalar que el gobierno de Canadá no está haciendo eso literalmente.
Los gestos de las virtudes liberales literalmente enferman a la gente,
añadió.
Al señalar los problemas de salud, los conservadores se están aprovechando de un estudio publicado el otoño pasado que encontró la presencia de sustancias poli y perfluoroalquilo, también conocidas como PFAS o químicos permanentes
, en pajitas de papel. Los investigadores también encontraron PFAS en algunas de las pajitas de plástico que probaron.
Pero los conservadores no se limitan a plantear interrogantes sobre las alternativas existentes a las pajitas de plástico.
Volvamos a la pajita de plástico. Es funcional. Sirve. Es mejor para el medio ambiente
, dijo Tochor en la Cámara de los Comunes. Él está promoviendo una petición para salvar
la pajita de plástico.
LA DIFÍCIL MATEMÁTICA DE LOS RESIDUOS PLÁSTICOS
La reciente ola de preocupación pública por la contaminación plástica fue impulsada, en parte, por la cantidad de plástico que contamina los océanos del mundo y por una imagen ampliamente difundida de una tortuga marina con una pajita de plástico atorada en la nariz.
Tochor y Leslie reconocen esa preocupación por los océanos del mundo, pero sostienen que Canadá es sólo una pequeña parte del problema. Leslie también señala una evaluación científica federal, publicada en 2020, que dice que el uno por ciento de los desechos plásticos en Canadá, aparentemente una cantidad pequeña, llegó al medioambiente.
Pero ese uno por ciento de los desechos plásticos de Canadá representó 29.000 toneladas de contaminación plástica en 2016, señala el informe. Según el Departamento de Estadísticas de Canadá, el total fue de 43.140 toneladas en 2019.
Dado que el plástico se degrada muy lentamente y es persistente en el medio ambiente, se prevé que la cantidad de contaminación plástica continúe aumentando con el tiempo
, afirma la evaluación federal de 2020. Existe una creciente preocupación de que la contaminación plástica pueda afectar negativamente a la salud del medioambiente y de los seres humanos
, añade el documento de gobierno.
El informe dice que los desechos más comunes recolectados en las costas canadienses incluyen colillas de cigarrillos, tapas de botellas, bolsas de plástico, botellas de plástico y pajitas
y que se ha encontrado una mayor abundancia de contaminación plástica en áreas con alta actividad humana e industrial, especialmente en los Grandes Lagos.
Hablando de su proyecto de ley el mes pasado, el conservador Tochor señaló el reciclaje como una solución. Pero la evaluación federal de 2020 informó que solo el nueve por ciento de los desechos plásticos en Canadá se recicla anualmente.
Necesitamos mejorar el reciclaje, pero no es la solución. No es la única solución. También necesitamos cerrar los canales de producción de plásticos
, dijo Tony Walker, profesor en la Escuela de estudios ambientales y de recursos de la Universidad de Dalhousie, en Halifax.
La muy discutida pajita de plástico, dijo Walker, es a la vez lo más fácil de identificar y es al mismo tiempo la punta del iceberg, que esconde un problema mucho mayor.
LA POLÍTICA DE LA PAJITA DE PAPEL
El problema es que hemos producido tantos plásticos que finalmente se convierten en microplásticos y nanoplásticos. Y contaminan el medio ambiente y contaminan a los humanos
, explicó Miriam Diamond, profesora del Departamento de ciencias de la tierra de la Universidad de Toronto.
Diamond, miembro de la Coalición de Científicos por un Tratado Efectivo sobre Plásticos y vicepresidenta del Panel Internacional sobre Contaminación Química, dijo que le preocupa que centrarse en las pajitas de plástico corra el riesgo de trivializar un problema que es más amplio.
Con la excepción de aquellas personas con limitaciones físicas, la mayoría de la gente en realidad no necesitan utilizar una pajita para poder beber, o una tapa para cubrir su café.
La gente todavía lograba consumir líquidos antes de que el uso de las pajitas de plástico se generalizara en la segunda mitad del siglo XX. Pero en la prisa por encontrar alternativas no plásticas, los gobiernos deben ser conscientes de las consecuencias imprevistas y hay un debate válido sobre la mejor y más inteligente forma de reducir los desechos plásticos.
Al mismo tiempo, el gobierno del primer ministro Justin Trudeau no es el único que se centra en los plásticos de un solo uso.
El gobierno conservador en el Reino Unido, al que probablemente le molestaría que lo llamen woke
, ha implementado sus propias prohibiciones y restricciones sobre una serie de artículos, incluidas las pajitas.
En 2015, poco antes de perder el poder, el gobierno conservador de Stephen Harper inició en Canadá el proceso que finalmente condujo a la prohibición de las microperlas.
Si hubo algún conservador preocupado en ese momento por la libertad de los canadienses para exfoliarse, reprimieron sus objeciones. Pero la agitación actual sobre el tema de las pajitas de plástico recuerda la lucha solitaria de la parlamentaria conservadora Cheryl Gallant contra la decisión del gobierno de Harper de eliminar gradualmente las bombillas incandescentes.
Las pajitas de papel ya han sido un punto álgido de la guerra cultural en Estados Unidos. En 2019, la campaña presidencial de Donald Trump vendió pajitas de plástico con la marca Trump como alternativa a las pajitas de papel liberales
, y al parecer recaudó medio millón de dólares para el esfuerzo de reelección de Trump.
En 2007, cuando el gobierno de Harper anunció por primera vez su intención de regular el uso de bombillas más eficientes, un ministro del gabinete comentó que se trata de algo más que bombillas. La bombilla es sólo la puerta de entrada a un amplio compromiso público en materia de eficiencia energética y acción sobre el cambio climático.
Lo mismo podría decirse de las pajitas de plástico, o las bolsas y tapas de plástico y de la contaminación plástica. Pero si la contaminación plástica es un problema por el que vale la pena preocuparse, será mucho más difícil de afrontar esa tarea si la elección de la pajita se convierte en un símbolo de identidad política o cultural.